17 de mayo de 2008

Pi / La Solidaridad


en la versión de Richard Wilhelm (1) se lee:



arriba K'an, Lo Abismal, el agua
abajo K'un, Lo Receptivo, la Tierra



Sobre la tierra, el agua confluye cómo y dónde puede, juntándose p. ej. en el mar, donde se reúnen todos los ríos. Es este un símbolo que sugiere la solidaridad y sus leyes. Se insinúa la misma idea en el hecho de que todos los trazos sean blandos, dúctiles, con excepción de la única línea firme en el quinto puesto, el lugar del soberano. Los dúctiles se mantienen unidos, se solidarizan al recibir el influjo de la voluntad firme que emana del puesto conductor que, para ellos, constituye el centro de la unión. Pero, a su vez, también esta fuerte personalidad conductora se solidariza con las otras, en las que encuentra un complemento necesario a su propia naturaleza.

EL DICTAMEN

La solidaridad trae ventura.
Indaga el oráculo una vez más,
ve si tienes elevación, duración y perseverancia;
si es así no habrá defecto.
Los inseguros se allegan poco a poco.
El que llega tarde tiene desventura.

Es cuestión de unirse a otros, a fin de complementarse y de estimularse mutuamente mediante una solidaria adhesión. Para semejante solidaridad, es preciso que exista un centro en torno al cual puedan congregarse los demás. El llegar a ser centro para la solidaridad de los hombres, es asunto grave que implica gran responsabilidad. Requiere, en el fuero interno, grandeza, consecuencia y vigor. Examínese, pues, a sí mismo, quien desee reunir en su torno a otros, con el fin de cerciorarse si se halla a la altura de la situación; pues quien pretenda reunir a otros sin estar munido del sello que da una verdadera vocación, ocasionará una confusión mayor que si no hubiera tenido lugar unión alguna.
Pero donde existe un verdadero foco de unión, allí los inseguros, aquellos que al comienzo vacilan, van acercándose, paulatinamente, por sí mismos. Quienes llegan tarde sufrirán los perjuicios que ellos mismos se causan. También en el caso de la solidaridad se trata de caer en la cuenta de cuál es el buen momento, el tiempo justo. Los vínculos se establecen y se fortalecen de acuerdo con determinadas leyes internas. Los consolidan experiencias vividas en común, y el que llega tarde y ya no puede participar de esas fundamentales experiencias conjuntas, tendrá que sufrir, en su condición de rezagado, las consecuencias de encontrar la puerta cerrada. Ahora bien, quien ha reconocido la necesidad de la cohesión y no siente dentro de sí la fuerza suficiente para actuar él como centro de la solidaridad, tiene el deber de unirse a otra comunidad organizada. *

* Compárese el conocido dístico: "Aspira siempre a la totalidad; si no puedes llegar a ser un todo tú mismo, adhiérete como miembro al servicio de un todo."

LA IMAGEN

Sobre la tierra hay agua: la imagen de la solidaridad.
Así los reyes de tiempos antiguos otorgaban en feudo
los diferentes Estados y mantenían trato amistoso con los príncipes vasallos.

El agua sobre la tierra rellena todas las cavidades y se adhiere firmemente. La organización social de la antigüedad se fundaba en este principio de solidaridad entre los dependientes y los soberanos. Las aguas confluyen por sí solas, porque las mismas leyes rigen el agua en todas sus partes. Así también la sociedad humana ha de mantenerse unida gracias a una comunidad de intereses por la cual cada uno puede sentirse miembro de un todo. El poder central de un organismo social debe procurar que cada miembro encuentre su real interés en la solidaridad, como era el caso en la relación paternalista entre el Gran Rey y los príncipes vasallos de la antigüedad china.

LAS DIFERENTES LINEAS

Al comienzo un seis significa:
Mantente solidario con él, de verdad y lealmente:
no será una falla.
Verdad como una colmada vasija de barro.
Así por fin desde afuera llegará la ventura.

Para entablar relaciones, la plena veracidad y sinceridad es la única base correcta. Esta actitud interior, representada por la imagen de una colmada fuente de barro cocido, en la cual todo es contenido y nada es forma vacía, no se manifiesta mediante sagaces palabras, sino a través del poder de las fuerzas interiores, tan imponente que con vigor atrae hacia sí la ventura procedente de lo exterior.

Seis en el segundo puesto significa:
Mantente solidario con él en tu fuero interno.
La perseverancia trae ventura.

Cuando de un modo recto y perseverante va uno al encuentro de los ruegos que desde arriba exhortan a obrar, las relaciones con el otro son en primer término interiores; así uno no se pierde a sí mismo. En cambio, quien busca solidaridad como un pegajoso trepador, no sigue el sendero del noble que salvaguarda su dignidad, sino que se desperdicia a sí mismo.

Seis en el tercer puesto significa:
Te solidarizas con gente
que no es la que debe ser.

Uno se encuentra a menudo entre personas de las que ninguna pertenece a la propia esfera. Entonces es preciso no dejarse arrastrar, por la fuerza de la costumbre, hacia una falsa familiaridad. Huelga demostrar con palabras que esto sería perjudicial. Cierta camaradería, sin intimidad, es lo único indicado para con este tipo de gente: sólo así se mantiene uno libre para una relación ulterior con sus pares.

Seis en el cuarto puesto significa:
También en lo externo mantente solidario con él.
La perseverancia trae ventura.

Las relaciones con un hombre que es centro de la solidaridad ya se encuentran aquí regularizadas de un modo estable. Entonces puede y debe uno manifestar su adhesión también abiertamente. Sólo es necesario permanecer firme y no permitir que nada nos confunda, y nos induzca a error.

Nueve en el quinto puesto significa:
Manifestación de la solidaridad.
El rey, durante la cacería, solo permite la batida
desde tres lados, y renuncia a los venados
que se desvían hacia adelante.
Los ciudadanos no requieren advertencia. ¡Ventura!

En las cacerías reales con batidores, en la China antigua, se observaba la usanza de dar batida a las reses de caza desde tres lados. Por el cuarto lado, la res batida podía desviarse. En cuanto los animales no se desviaban tomando ese rumbo, tenían que pasar por una puerta, detrás de la cual se hallaba apostado el rey, listo para darles caza. Únicamente se tiraba sobre aquellos animales que penetraban allí. A los que torcían el rumbo desviándose hacia adelante, se los dejaba escapar. Esta costumbre se conformaba al ánimo real, que no deseaba que la caza se convirtiese en una carnicería, sino que sólo daba cuenta de aquellas piezas que, por así decirlo, se ofrecían voluntariamente.
Aparece aquí un gobernante, o bien por analogía un hombre de influencia, que atrae poderosamente a la gente. Él no ruega a nadie, no adula a ninguno; todos acuden por sí mismos. De este modo se forma una libre dependencia entre aquellos que hacen causa común con él. La gente no se ve en la necesidad de tener que violentarse; antes bien, sin peligro alguno, pueden todos dar muestras de su modo de pensar y de sentir. Las disposiciones policiales están de más. Espontáneamente sienten ellos afecto por su gobernante. También en lo que respecta a la vida en general tiene vigencia esta libertad. No debe uno tratar de granjearse los favores de los hombres. Cuando alguien desarrolla en sí la pureza y el vigor necesarios para ser centro de la unión, los hombres que le están predestinados llegan por sí mismos.

Al tope un seis significa:
No encuentra cabeza para la solidaridad. Desventura.

La cabeza es el comienzo. Sin un adecuado comienzo no llega un adecuado fin. Cuando se ha perdido la ocasión de unirse, de asociarse, y se sigue vacilando, por miedo a una entrega plena y verdadera, demasiado tarde se arrepentirá uno de su error.

(1) I Ching - El Libro de las Mutaciones. Ed. Sudamericana 7ma. edición Buenos Aires 1985 - ISBN 950-07-0085-9

Shih / El Ejercito


en la versión de Richard Wilhelm (1) se lee:



arriba K'un, Lo Receptivo, la Tierra
abajo K'an, Lo Abismal, el agua



Este signo se compone de los signos primarios K'an, el agua, y K'un, la tierra. Se simboliza así el agua subterránea que va juntándose en lo interior de la tierra. Del mismo modo se reúnen las fuerzas del ejército en medio de la multitud de un pueblo: invisibles en la paz, pero disponibles en todo momento como fuente de poder. Los atributos de los signos primarios son: en lo interior peligro y en lo exterior obediencia. Esto indica la naturaleza del ejército, que en su esencia mas íntima es una entidad peligrosa, mientras que en su manifestación exterior debe reinar la disciplina y la obediencia.
Desde el punto de vista de las líneas individuales, el rector del signo es el fuerte "nueve en el segundo puesto" al que se subordinan los demás trazos, todos blandos. Esta línea designa al mandatario, ya que ocupa el centro de uno de los dos signos primarios. Pero como se ubica en el de abajo y no en el de arriba, no representa la imagen del soberano, sino la del hábil general que mantiene al ejército en obediencia gracias a su autoridad.

EL DICTAMEN

El ejército requiere perseverancia y un hombre fuerte.
Ventura sin falla.

El ejército constituye una masa que, para convertirse realmente en ejército, requiere organización. Nada se puede lograr sin una firme disciplina. Mas esta disciplina no es posible obtenerla a la fuerza y con medios violentos, sino que reclama a un hombre fuerte al cual se vuelquen los corazones y que despierte entusiasmo. Este. Para poder desplegar sus dotes, debe contar con la confianza incondicional de su soberano, quien ha de dejar en sus manos la plena responsabilidad mientras dure la guerra. Pero una guerra es siempre una empresa riesgosa que acarrea danos y devastación. Por eso no se la debe iniciar con ligereza; únicamente debe recurrirse a ella como se apela a un remedio venenoso, y en última instancia. Un conductor experto ha de explicarle al pueblo con toda claridad la causa justa y presentarle un objetivo de guerra evidente y comprensible. Solo si existe un objetivo perfectamente determinado, por el cual el pueblo sea capaz de jugarse conscientemente, nacen, la unanimidad y la fortaleza de la convicción que conducen a la victoria. Pero el guía también debe cuidar de que en medio de la pasión guerrera y de la embriaguez del triunfo no se produzcan hechos injustos que no merecerían la aprobación general. La justicia y la perseverancia son las condiciones fundamentales para que todo marche bien.

LA IMAGEN

En medio de la tierra hay agua: la imagen del ejército.
Así el noble, en virtud de su magnanimidad para con el pueblo, acrecienta sus multitudes.

El agua subterránea permanece invisible en medio de la tierra. Así también el poder guerrero del pueblo se oculta invisible en sus multitudes. Cada campesino, cuando amenaza el peligro, se convierte en soldado y al término de la guerra retorna a su puesto junto al arado. Quien se muestra magnánimo con el pueblo conquista su amor, y el pueblo que vive bajo un régimen benigno se torna fuerte y poderoso. Únicamente un pueblo con una sólida económica puede tener relevancia en cuanto potencia bélica. Debe cultivarse, pues, esa potencia fomentándose las relaciones económicas del pueblo, mediante un gobierno humanitario. Únicamente si existe este lazo invisible entre gobierno y pueblo, que hace que el pueblo se sienta albergado como el agua subterránea en la tierra, es posible conducir una guerra victoriosamente.

LAS DIFERENTES LINEAS

Al comienzo un seis significa:  
Un ejército ha de partir en perfecto orden. Cuando no es bueno el orden, amenaza la desventura.

Al iniciarse una empresa bélica es necesario que refine el orden. Debe haber una causa justa y convincente, y la obediencia y la estructuración de las tropas deben organizarse perfectamente, pues en caso contrario el fracaso será la inevitable consecuencia.

Nueve en el segundo puesto significa:  
¡En medio del ejército! ¡Ventura! ¡Ninguna falla! El rey confiere un triple galardón.

El conductor debe hallarse en medio de su ejército. Debe sentirse en contacto con él y compartir con las multitudes a las que conduce tanto lo bueno como lo malo. Solo de este modo hará justicia a la grave responsabilidad que pesa sobre él. Para ello le es necesario el reconocimiento del soberano. Las distinciones que obtiene son justificadas, ya que no son fruto de una preferencia personal; antes bien se honra en la persona del conductor a todo él ejército en cuyo medio él permanece.

Seis en el tercer puesto significa:  
Acaso el ejército conduzca cadáveres en el carruaje. ¡Desventura!

Una de las explicaciones pertinentes seria la una derrota, en razón de haberse inmiscuido en la conducción alguien que no es el guía predestinado. Otra explicación existente coincide, en su sentido, con la anterior, solo que la expresión "conducir cadáveres en el carruaje" se interpreta de otra manera. En ocasión de los sepelios y sacrificios mortuorios se observaba en China una costumbre por la cual el extinto, a quien se ofrendaba en sacrificio, era representado por un niño varón de la familia, sentado en el sitio destinado al cadáver, y al que se honraba en reemplazo del extinto. De ahí la mencionada explicación deriva la interpretación según la cual en el carruaje en cuestión va sentado un "niño cadáver", vale decir que la autoridad no es ejercida por quien corresponde, sino que hay otros que la usurpan. Tal vez toda la dificultad pueda obviarse mediante la suposición de un error de escritura (fan = todos, en lugar de shi = cadáver. En tal caso el sentido seria sin más: si acaso la multitud se hace dueña del ejército (viajando en el carruaje), las consecuencias serán desventuradas.

Seis en el cuarto puesto significa:  
El ejército se retira. No hay falla.

Si uno se enfrenta con un enemigo superior, con el cual la lucha no tendría perspectiva alguna de éxito, una retirada en orden será lo único adecuado, pues así él ejercito se preservara de la derrota y la disolución. No es de ninguna manera señal de coraje o fuerza empecinarse en librar, cueste lo que cueste, un combate sin esperanza de éxito.

Seis en el quinto puesto significa:  
En el campo hay un montaraz. Es propicio apresarlo. No hay falla. Conduzca el de más avanzada edad el ejército. El más joven conduce cadáveres; así la perseverancia acarrea desventura.

El animal salvaje se halla en el campo; vale decir, abandono su morada, el monte, y ha irrumpido en los campos devastándolos. Esto alude a la irrupción del enemigo. En tal caso se justifica plenamente la lucha enérgica y la punición. Pero el combate debe conducirse de acuerdo con todas las reglas. No ha de convertirse en un turbulento caos donde cada cual se defiende como puede. Esto, aun con máxima perseverancia y valentía, llevaría a la desventura. Bien al contrario, el ejército ha de ser guiado por un experto conductor. Es necesario llevar adelante una acción bélica. No es lícito que la multitud se empeñe en matar y liquidar simplemente todo lo que cae en sus manos, pues de este modo solo se obtendrá una derrota y, pese a toda perseverancia, predominaría la amenaza de la desventura.

Al tope un seis significa:  
El gran príncipe emite órdenes, funda estados, otorga feudos a familias. Hombres vulgares no deben utilizarse.

La guerra ha llegado a su victorioso fin. Se ha conquistado el triunfo. El rey reparte feudos y posesiones familiares entre sus leales. Pero es importante que las gentes vulgares no puedan llegar al poder. Si han contribuido con su ayuda, debe pagárseles con dinero. Pero no deben concedérseles predios ni derechos señoriales, a fin de que no se produzcan abusos.

(1) I Ching - El Libro de las Mutaciones. Ed. Sudamericana 7ma. edición Buenos Aires 1985 - ISBN 950-07-0085-9

16 de mayo de 2008

Sung / El Conflicto (El Pleito)


en la versión de Richard Wilhelm (1) se lee:



arriba Ch'ien, Lo Creativo, el Cielo
abajo, K'an, Lo Abismal, el agua



El signo primario superior, cuya imagen es el cielo, orienta su movimiento hacia arriba; el signo primario inferior – agua -, conforme a su naturaleza tiende hacia abajo. Los rumbos de movimiento de las dos mitades divergen y esto da por resultado la idea de conflicto. Cualidad de lo creativo es la fuerza, la energía; la de lo abismal es el peligro, la astucia.
Allí donde la astucia se enfrenta con la fuerza violenta, hay querella, conflicto.
Una tercera deducción, referida al carácter, se impone en virtud del enlace de una insondable, abismal astucia en lo interior con una enérgica decisión en lo exterior. Un carácter semejante será seguramente pendenciero.

EL DICTAMEN

El conflicto: eres veraz y te frenan. Detenerse con cautela a mitad de camino trae ventura. Ir hasta el fin trae desventura. Es propicio ver al gran hombre. No es propicio atravesar las grandes aguas.

El conflicto surge cuando alguien, sintiendo que está en su buen derecho, se topa con resistencias. Sin esa convicción de que uno está en su derecho, la resistencia conduce a la astucia o a la trasgresión violenta, y no al pleito abierto.
Cuando uno se halla envuelto en un pleito, lo único que podrá traerle salvación es una vigorosa y firme serenidad, dispuesta en todo momento a la conciliación del pleito, al arreglo a mitad de camino. Continuar la querella hasta su amargo fin acarrea malas consecuencias, aun cuando uno concluya teniendo razón, puesto que en tal caso se perpetúa la enemistad. Es importante ver al gran hombre, vale decir a un hombre imparcial, cuya autoridad sea suficiente como para solucionar el pleito en forma pacífica o bien para fallar con justicia. Por otra parte, en tiempos de discordia es preciso evitar “atravesar las grandes aguas”, vale decir iniciar empresas riesgosas, pues éstas, si han de tener éxito, requieren una real unificación de fuerzas. El conflicto en lo interior paraliza la fuerza necesaria para triunfar sobre el peligro en lo exterior.

LA IMAGEN

Cielo y agua se mueven en sentido contrario:
la imagen del conflicto. Así el noble, en todos los negocios que realiza, reflexiona debidamente sobre su comienzo.

La imagen indica que las causas del conflicto residen en las orientaciones opuestas, ya previamente existentes, de ambas partes. Una vez que aparecen tales direcciones divergentes necesariamente se origina en ellas el conflicto. Se infiere entonces que a fin de precaver el conflicto conviene pensar cuidadosamente en todo desde el mismo comienzo. Cuando se establecen claramente derechos y deberes, o si en una asociación humana convergen las orientaciones espirituales, la causa del conflicto queda de antemano eliminada.

LAS DIFERENTES LINEAS

Al comienzo un seis significa:
Si uno no perpetúa la cuestión
habrá un poco de chismorreo.
Al cabo llega la ventura.

Mientras el conflicto se halla todavía en su comienzo incipiente lo mejor que puede hacerse es abandonarlo. Sobre todo frente a un adversario más fuerte no es aconsejable dejar que las cosas avancen hasta producirse el debate del pleito. Tal vez se llegue así a un breve cambio de palabras, pero finalmente todo irá bien.

Nueve en el segundo puesto significa:
Uno no puede pleitear, retorna a su casa y lo elude.
Las gentes de su ciudad, trescientas casas,
quedan libres de culpa.

En la lucha con un adversario superior, la retirada no es ninguna vergüenza. El retirarse a tiempo evita malas consecuencias. Si instigado por un falso amor propio, uno promoviera el conflicto, provocaría su propia desgracia. En un caso semejante, una sabia transigencia redunda en bien de todo el vecindario que, de esta manera, no se verá arrastrado al conflicto.

Seis en el tercer puesto significa:
Nutrirse de antigua virtud da perseverancia.
Peligro, al cabo llega la ventura.
Si acaso sigues obediente al servicio de un rey,
no busques obras.

Hay aquí una advertencia acerca del peligro que implica la propensión al arrebato. Sólo lo que uno se ha ganado honradamente, en virtud de méritos previos, constituye una posesión duradera. Semejante posesión puede por cierto sufrir ataques ocasionales, mas puesto que se trata de real propiedad, no puede ser objeto de un robo. Pues no puede perderse lo que a uno le corresponde merced al poder de su propia naturaleza. Cuando uno entra al servicio de un superior, el conflicto sólo puede evitarse si uno no se propone realizar obras para hacer mérito; bastará que éstas se hagan. El honor de hacerlas bien puede dejársele al otro.

Nueve en el cuarto puesto significa:
Uno no puede pleitear,
se vuelve y acata el destino,
cambia, y encuentra paz en la perseverancia.
¡Ventura!

Al principio, una actitud interior que no halla sosiego. Uno no se siente cómodo en la situación en que se encuentra y quisiera pleitear para procurarse una mejor situación. Tiene que habérselas con un adversario más débil y estaría por lo tanto perfectamente capacitado para hacerlo -he aquí una diferencia en comparación con “nueve en el segundo puesto”-, sin embargo, pleitear no le resulta, porque no hallando para ello justificación interior, su conciencia no se lo permite. Por lo tanto opta por volverse atrás y se conforma con su destino. Modifica su actitud y encuentra paz duradera en la armonía con la ley eterna. Esto aporta ventura.

Nueve en el quinto puesto significa:
Pleitear ante él trae elevada ventura.

Aparece aquí el componedor del pleito; es poderoso y justo y dispone de la fuerza necesaria para imponer el derecho. En sus manos puede dejarse un litigio con toda confianza. Si uno tiene razón y está en su derecho obtendrá gran ventura.

Al tope un nueve significa:
Aún cuando acaso a alguien se le otorgue un cinturón de cuero,
al terminar la mañana le será arrancado tres veces.

Aquí se describe a una persona que ha llevado el pleito hasta su amargo fin haciendo valer su razón. Se le confiere una distinción. Pero esta dicha no es duradera. La atacarán una y otra vez, y un conflicto sin fin será la consecuencia.

(1) I Ching - El Libro de las Mutaciones. Ed. Sudamericana 7ma. edición Buenos Aires 1985 - ISBN 950-07-0085-9

Hsü / La Espera (La Alimentación)


en la versión de Richard Wilhelm (1) se lee:



arriba K'an, Lo Abismal, el agua
abajo Ch'ien, Lo Creativo, el Cielo



Todos lo seres necesitan del alimento que procede de arriba. Pero la donación de la comida tiene su tiempo que debe aguardarse. El signo muestra las nubes en el cielo, dispensadoras de la lluvia que a su vez alegra toda vegetación y procura al hombre comida y bebida. Esta lluvia llegará a su hora. No es posible forzarla, hay que aguardarla. Sugieren la idea de la espera de las cualidades de los dos signos primarios: en lo interior fortaleza, delante de ella peligro, la fuerza tiene frente al peligro no se precipita, sino que está en condiciones de esperar, mientras que la debilidad frente al peligro se excita y se agita y no posee la paciencia necesaria para esperar.

EL DICTAMEN

La espera. Si eres veraz, tendrás luz y éxito. La perseverancia trae ventura. Es propicio atravesar las grandes aguas.

La espera no es una esperanza vacua. Alberga la certidumbre interior de alcanzar su meta. Sólo tal certidumbre interior confiere la luz, que es lo único que conduce al logro y finalmente a la perseverancia que trae ventura y provee la fuerza necesaria para cruzar las grandes aguas. Alguien afronta un peligro y debe superarlo. La debilidad y la impaciencia no logran nada. Únicamente quien posee fortaleza domina su destino, pues merced a su seguridad interior es capaz de aguardar. Esta fortaleza se manifiesta a través de una veracidad implacable. Únicamente cuando uno es capaz de mirar las cosas de frente y verlas como son, sin ninguna clase de autoengaño ni ilusión, va desarrollándose a partir de los acontecimientos la claridad que permite reconocer el camino hacia el éxito. Consecuencia de esta comprensión ha de ser una decidida actuación perseverante; pues sólo cuando uno va resueltamente al encuentro de su destino, podrá dominarlo. Podrá entonces atravesar las grandes aguas, vale decir tomar una decisión y triunfar sobre el peligro.

LA IMAGEN

En el cielo se elevan nubes: la imagen de La Espera.
Así come y bebe el noble y permanece sereno y de buen humor.

Cuando las nubes se elevan en el cielo es señal de que va a llover. En tales circunstancias no puede hacerse ninguna otra cosa más que esperar, hasta que se precipite la lluvia. Lo mismo ocurre en la vida, en momentos en que se va preparando el cumplimiento de un designio. Mientras no se cumpla el plazo no hay que preocuparse pretendiendo configurar el porvenir con intervenciones y maquinaciones personales; antes bien es menester concentrar tranquilamente, mediante el acto de comer y beber, las energías necesarias al cuerpo, y mediante la serenidad y el buen humor, las que requiere el espíritu. El destino se cumple enteramente por sí sólo, y para entonces uno se encuentra dispuesto.

LAS DIFERENTES LINEAS

Al comienzo un nueve significa:  
Esperar en la pradera. Es propicio permanecer en lo duradero. Ningún defecto.

El peligro todavía se halla lejos. Todavía se encuentra uno esperando en medio de una vasta llanura. Todavía las circunstancias son simples. Sólo se siente en la atmósfera algo que anuncia lo que está por llegar. En tal caso es necesario conservar las normas regulares de la vida mientras sea posible. Únicamente así se preservará uno de una prematura dispersión de sus fuerzas y quedará libre de tacha y error, factores que implicarían un futuro debilitamiento.

Nueve en el segundo puesto significa:  
La espera en la arena. Hay alguna habladuría. El final aporta ventura.

Paulatinamente el peligro viene aproximándose. La arena se halla cerca de la orilla del río que representa el peligro. Comienzan a aparecer incompatibilidades. En momentos así surge fácilmente la inquietud general. Hay inculpaciones recíprocas. Quien en tales momentos permanece sereno logrará que finalmente todo marche bien. Toda difamación tendrá que enmudecer al fin, el no verse complacida por réplicas que demuestran que uno se siente ofendido.

Nueve en el tercer puesto significa:  
La Espera en el fango da lugar a la llegada del enemigo.

El fango, ya lamido y humedecido por el agua del río, no es un sitio favorable para la espera. En lugar de juntar fuerzas suficientes para poder cruzar las aguas de un tirón, uno ha arremetido, con prematuro ímpetu, valiéndose de un impulso cuya fuerza alcanza no más que para llegar al fango. Semejante situación desfavorable atrae a los enemigos de afuera, que naturalmente aprovechan las circunstancias. Únicamente con seriedad y precaución podrá uno preservarse de perjuicios.

Seis en el cuarto puesto significa:  
La Espera en la sangre. ¡Fuera del agujero!

La situación es en extremo peligrosa. Se ha vuelto gravemente seria: es cuestión de vida o muerte. Hay en cierne un inminente derramamiento de sangre. Uno no puede ni avanzar ni retroceder y se encuentra aislado como un hoyo, un agujero. Entonces es simplemente necesario aguardar, dejar que el destino se cumpla. Esta tranquilidad, destinada a impedir que actos propios agraven más aún el daño, es el único camino para salir del peligroso agujero.

Nueve en el quinto puesto significa:  
Esperar junto al vino y la comida. La perseverancia trae ventura.

También en medio del peligro hay pausas de tranquilidad y recreo durante las cuales las cosas van relativamente bien. Poseyendo uno la debida fortaleza interior, aprovechará esos períodos de descanso a fin de fortalecerse para una nueva lucha. Será entonces capaz de disfrutar del momento sin dejarse desviar de su meta, pues para afirmarse en la victoria se requiere perseverancia. Lo mismo acontece en la vida pública. No e posible lograr todo de buenas a primeras. Hay una suprema sabiduría en consentir a la gente tales pausas de recreo, que vivifican la alegre disposición para el trabajo destinado a llevar a cabo la obra. Aquí yace oculto el secreto de todo este hexagrama. Difiere éste del signo llamado “El Obstáculo”, por el hecho de que durante la espera se siente uno seguro en lo que hace y no permite por lo tanto que nada lo prive de la calma propia de la serenidad interior.

Al tope un seis significa:  
Uno cae en el agujero. Arriban entonces tres huéspedes no convidados. Hónralos y al fin llegará la ventura.

La espera ha pasado: el peligro ya no puede eludirse. Uno cae en el agujero y debe aceptar lo inevitable. Todo parece haberse hecho en vano. Pero precisamente en virtud de esta emergencia se introduce un cambio imprevisto. Sin que uno haga nada se produce desde afuera una intromisión que, en el primer momento, puede inspirar dudas en cuanto a las intenciones implicadas: no se sabe si lo que trae es salvación o destrucción. En tales momentos es cuestión de permanecer mentalmente ágil. Lo que corresponde no es el encerrarse en sí mismo, con terquedad, sino una respetuosa acogida del nuevo cambio. Así por fin saldrá uno del peligro y todo marchará bien. También los cambios felices llegan a menudo de un modo que, en el primer momento, nos parece extraño.

(1) I Ching - El Libro de las Mutaciones. Ed. Sudamericana 7ma. edición Buenos Aires 1985 - ISBN 950-07-0085-9

11 de mayo de 2008

Meng / La Necedad Juvenil


en la versión de Richard Wilhelm (1) se lee:



arriba Ken, El Aquietamiento, la montaña
abajo K'an, Lo Abismal, el agua



Por dos vías mueve este signo a pensar en la juventud y en la necedad. El trigrama de arriba, Ken, tiene por imagen la montaña; la imagen del de abajo, K'an, es el agua. La fuente que brota al pie de la montaña da la imagen de juventud inexperta. El atributo del signo superior es el aquietamiento, el del inferior es el abismo, el peligro. El quedarse quieto frente a un peligroso abismo es, además, símbolo de la desconcertada necedad de la juventud. Pero ambos signos implican, por otra parte, el camino de cómo superar las necedades juveniles: el agua necesariamente sigue su curso fluyendo; al emerger el manantial, de buenas a primeras no sabe, claro está, hacia dónde dirigirse, pero con su constante fluir va rellenando los sitios que le impiden el progreso, y así obtiene el éxito.

EL DICTAMEN

La Necedad Juvenil tiene éxito.
No soy yo quien busca al joven necio,
el joven necio me busca a mi.
Al primer oráculo doy razón.
Si pregunta dos, tres veces, es molestia.
Cuando molesta no doy información.
Es propicia la perseverancia.

En la juventud la necedad no es nada malo. A pesar de todo, puede incluso lograr el éxito. Sólo que es preciso dar con un maestro experto, y enfrentarse con él del modo debido. Para ello hace falta, en primer lugar, que uno mismo advierta su propia inexperiencia y emprenda la búsqueda de un maestro. Únicamente semejante modestia y diligencia acreditarán la necesaria disposición receptiva, que habrá de manifestarse en un devoto reconocimiento hacia el maestro.
Así, pues, el maestro debe esperar, tranquilamente, hasta que se -acuda a él. No debe brindarse espontáneamente. Sólo así la enseñanza podrá llevarse a cabo a su debido tiempo y del modo que corresponde.
La respuesta que da el maestro a las preguntas del discípulo ha de ser clara y concreta, como la respuesta que desea obtener del oráculo un consultante. Siendo así, la respuesta deberá aceptarse como solución de la duda, como decisión. Una desconfiada o irreflexiva insistencia en la pregunta sólo sirve para incomodar al maestro y lo mejor que éste podrá hacer es pasarla por alto en silencio, de modo parecido a como también el oráculo da una sola respuesta y se niega ante preguntas que denotan duda o que intentan ponerlo a prueba. Cuando a ello se agrega la perseverancia, que no cesa hasta que uno se haya apropiado del saber punto por punto, se tendrá asegurado un hermoso éxito.
El signo da, pues, consejos tanto al que enseña como al que aprende.

LA IMAGEN

En lo bajo, al pie de la montaña, surge un manantial:
la imagen de la juventud.
Así el noble, mediante su actuación escrupulosa, sustenta su carácter.

El manantial logra fluir y superar la detención rellenando todos los sitios huecos que encuentra en el camino. Del mismo modo el camino hacia la formación del carácter es la escrupulosidad que no saltea nada sino que paulatina y constantemente rellena todos los huecos como el agua, logrando así avanzar.

LAS DIFERENTES LINEAS

Al comienzo un seis significa:
Con el fin de desarrollar al necio
Es propicio disciplinar al hombre.
Deben quitarse las trabas.
Continuar así trae humillación.

Al comienzo de la educación debe regir la ley. La inexperiencia de la juventud se inclina, por lo pronto, a tomar las cosas con negligencia y como si se tratara de un juego. Debe enseñársele entonces la seriedad de la vida. Una cierta auto sujeción obtenida por la fuerza con rígida disciplina, es adecuada. El que sólo juega con la vida nunca llega a buen término. Pero la disciplina no debe degenerar en un ejercicio de amaestramiento. El amaestramiento continuado resulta humillante y paraliza la energía.

Nueve en el segundo puesto significa:
Soportar a los necios con benevolencia trae ventura.
Saber tomar a las mujeres trae ventura.
El hijo es apto para administrar la casa.

Se alude aquí a un hombre que no tiene poder externo, pero sí la necesaria fuerza espiritual para sobrellevar la responsabilidad que pesa sobre él. Posee la superioridad y fuerza interior necesarias para poder soportar con bondad las insuficiencias de la -necedad humana. La misma actitud cabe frente a las mujeres, en cuanto sexo más débil. Hay que saber cómo tomarlas y con cierta caballeresca indulgencia mostrarles reconocimiento. Únicamente en virtud de tal alianza entre la fuerza interior y la discreción exterior podrá uno cargar sobre sí la responsabilidad de conducir un organismo social de cierta importancia, obteniendo un éxito real.

Seis en el tercer puesto significa:
No has de tomar una muchacha
que ve a un hombre de bronce
y ya no es dueña de si misma.
Nada es propicio.

Un hombre débil, inexperto, que ambiciona ascender, pierde fácilmente su modalidad propia cuando se topa con una fuerte personalidad que ocupa una posición alta y a la que imita como un esclavo. Se asemeja a una muchacha que se abandona y se entrega al encontrarse con un hombre fuerte. No debe uno mostrarse solícito frente a semejante acercamiento forzado. Tal solicitud no sería buena ni para el adolescente ni para el educador.
Una muchacha, cuidando su dignidad, debe esperar a que se la corteje. En ambos casos, es indigno que uno se ofrezca a sí mismo; tampoco es bueno aceptar semejante ofrecimiento.

Seis en el cuarto puesto significa:
Necedad con cortedad trae humillación.

Lo más desesperanzado para la necedad juvenil es enredarse en huecas fantasías. Cuanto mayor sea la terquedad con que se aferre a tales imaginaciones apartadas de la realidad, con tanta mayor certeza atraerá humillaciones sobre sí.
Frente a la necedad corta de alcances el educador no tendrá menudo más remedio que abandonarla, durante un tiempo, a si misma, sin ahorrarle la humillación que le acarreará su comportamiento. Éste será entonces el único camino para su salvación.


Seis en el quinto puesto significa:
Necedad infantil aporta ventura.

Un hombre inexperto que de manera infantil y sin pretensiones busca enseñanza, tiene todo a su favor. Pues quien libre de soberbia, se subordina al maestro, se verá estimulado con toda seguridad.

Al tope un nueve significa:
Al castigar la necedad no es propicio
cometer abusos.
Solo es propicio defenderse de abusos.

Hay circunstancias que obligan a que un necio incorregible sea castigado. Quien no escarmienta, ha de sentir las consecuencias en carne propia. Este castigo difiere del sacudimiento usado al comienzo. Pero el castigo no debe aplicarse con ira; antes bien ha de limitarse a un rechazo objetivo de abusos injustificados. El castigo no es jamás un fin en sí mismo; únicamente debe servir para que se establezcan condiciones de orden.
Esto vale tanto aplicado a la educación como a las medidas que toma un gobierno frente a una población que se ha hecho culpable de transgresiones y abusos. La intervención del gobierno ha de ser siempre únicamente defensiva, teniendo como único fin el establecimiento de la seguridad y la tranquilidad públicas.

(1) I Ching - El Libro de las Mutaciones. Ed. Sudamericana 7ma. edición Buenos Aires 1985 - ISBN 950-07-0085-9