21 de junio de 2010

Alan Watts y el I Ching




"...un expositor del I Ching podría hacer una grave censura de nuestras maneras de tomar decisiones importantes.
Tenemos la impresión de que decidimos racionalmente porque basamos nuestras decisiones en la recolección de datos acerca del asunto en cuestión. No confiamos en trivialidades que no vienen al caso, como arrojar una moneda o fijarnos en los dibujos que hacen las hojas del té en el fondo de la taza, o las rajaduras de un caparazón. Pero nos podría preguntar si realmente sabemos cuáles son los datos que interesan, pues nuestros planes son constantemente desbaratados por incidentes totalmente imprevistos.
Nos podría preguntar cómo sabemos cuándo hemos recogido información suficiente para tomar la decisión.

Si fuéramos rigurosamente "científicos" en la recolección de los datos para tomar decisiones nos llevaría tanto tiempo recogerlos que el momento de decidir habría pasado mucho antes de que la tarea se hubiera completado.

Se nos puede preguntar, por tanto, cómo sabemos cuándo tenemos suficiente. ¿Es la información misma la que nos lo dice? Por el contrario, nos ponemos a juntar los datos necesarios de una manera racional, y luego, por una corazonada, o porque estamos hartos de pensar, o nada más que porque ha llegado el momento de decidir, actuamos. Y se nos podría preguntar entonces si esto no equivale a confiar en "trivialidades sin importancia" como si hubiéramos practicado la adivinación por medio de tallos de aquilea.
En otras palabras, el método "rigurosamente científico" de predecir el futuro se puede aplicar sólo en casos especiales: cuando la acción no es urgente, cuando los factores en juego son en su mayor parte mecánicos, o en circunstancias tan limitadas que resultan triviales. Con mucho, la mayor parte de nuestras decisiones importantes dependen de la "corazonada", en otras palabras, de la "visión periférica" de la mente. Así la confianza que depositamos en nuestras decisiones se basa en última instancia en nuestra habilidad para "sentir" la situación, en el grado en que se ha desarrollado esta "visión periférica".

Todo expositor del I Ching lo sabe. Sabe que el libro no contiene una ciencia exacta, sino más bien un instrumento útil que le servirá si tiene una buena "intuición", o si, como él dice, si está "en el Tao". Por esta razón no se consulta el oráculo sin haberse preparado adecuadamente, sin pasar quieta y meticulosamente por toda la serie de ritos prescritos a fin de poner la mente en el estado de reposo en que la "intuición" actúa con más efecto. Parecería, pues, que si los orígenes del Taoísmo se encuentran en el I Ching, no se hallan tanto en el texto del libro como en la manera como fue usado y en los supuestos en que descansa..."

Extraído del libro "El Camino del Zen" de Alan Watts.